Trigésimo tercer día de Cuaresma

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Autor: Luis Eduardo Gutiérrez Cubero

En este quinto domingo de Cuaresma, el evangelio nos presenta el episodio de la mujer adúltera (cf.Jn 8,1-11), que Jesús salva de la condena a muerte. Conmueve la actitud de Jesús: no oímos palabras de desprecio, no escuchamos palabras de condena, sino solamente palabras de amor, de misericordia, que invitan a la conversión: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante, no peques más». El rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? Esa es su misericordia. Siempre tiene paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito. Él jamás se cansa de personar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón. No no cansemos nunca, no nos cansemos nunca.

Papa Francisco

(Evangelio 2016 en el Año de la Misericordia, José A. Martínez Puche, ed. EDIBESA)

III Concurso de Fotografía de Cuaresma